Eres capaz de comprender las ideas principales de textos complejos que traten de temas tanto concretos como abstractos, incluidos los debates técnicos de su especialidad.
Puedes comunicarte con suficiente fluidez y espontaneidad como para mantener una conversación normal con hablantes nativos sin casi esfuerzo – la visita al museo o a una ciudad grande ya empieza a ser placer y no tortura lingüística.